Legends, Tales and Poems by Gustavo Adolfo Becquer
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que sostenía su languida cabeza, ligeramente inclinada como una flor
que se rinde al peso de las gotas de rocío, y aquellas voluptuosas formas que el había soñado tal vez, y aquellas manos semejantes a manojos de jazmines, y aquellos pies diminutos, comparables sólo con dos pedazos de nieve que el sol no ha podido derretir, y que á la mañana blanquean entre la verdura. En el momento en que Constanza salió del bosquecillo, sin velo alguno que ocultase á los ojos de su amante los escondidos tesoros de su hermosura, sus compañeras comenzaron nuevamente á cantar estas palabras con una melodia dulcísima: CORO «Genios del aire, habitadores del luminoso éter, venid envueltos en un jirón de niebla plateada. »Silfos[1] invisibles, dejad el cáliz de los entreabiertos lirios, y venid en vuestros carros de nácar al que vuelan uncidas las mariposas. [Footnote 1: The spirits mentioned here belong to the race of sub-human intelligences known in the old magical doctrine as elemental or elementary spirits, "who are formally grouped into four broad species. The air is inhabited by the amiable race of Sylphs, the sea by the delightful and beautiful Undines, the earth by the industrious race of swarthy Gnomes, and the fire by the exalted and glorious nation of Salamanders, who are supreme in the elementary |
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