Legends, Tales and Poems by Gustavo Adolfo Becquer
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se volvían involuntariamente al mismo punto. Las luces del altar,
reflejándose en las mil facetas de sus diamantes, se reproducían de una manera prodigiosa. Millones de chispas de luz rojas y azules, verdes y amarillas, volteaban alrededor de las piedras como un torbellino de átomos de fuego, como una vertiginosa ronda de esos espíritus de las llamas que fascinan con su brillo y su increíble inquietud.... Salí del templo, vine á casa, pero vine con aquella idea fija en la imaginación. Me acosté para dormir; no pude.... Pasó la noche, eterna con aquel pensamiento.... Al amanecer se cerraron mis párpados, y, ¿lo creerás? aun en el sueño veía cruzar, perderse y tornar de nuevo una mujer, una mujer morena y hermosa, que llevaba la joya de oro y de pedrería; una mujer, sí, porque ya no era la Virgen que yo adoro y ante quien me humillo, era una mujer, otra mujer como yo, que me miraba y se reía mofándose de mí.--¿La ves? parecía decirme, mostrándome la joya.--¡Cómo brilla! Parece un círculo de estrellas arrancadas del cielo de una noche de verano. ¿La ves? pues no es tuya, no lo será nunca, nunca.... Tendrás acaso otras mejores, más ricas, si es posible; pero ésta, ésta que resplandece de un modo tan fantástico, tan fascinador ... nunca ... nunca ...--Desperté; pero con la misma idea fija aquí, entonces como ahora, semejante á un clavo ardiente, diabólica, incontrastable, inspirada sin duda por el mismo Satanás.... ¿Y qué?... Callas, callas y doblas la frente.... ¿No te hace reir mi locura? Pedro, con un movimiento convulsive, oprimió el puño de su espada, levantó la cabeza, que en efecto había inclinado, y dijo con voz sorda: |
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