Legends, Tales and Poems by Gustavo Adolfo Becquer
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estrechas y retorcidas calles, agitaba la moribunda luz del farolillo
de los retablos, ó hacia girar con un chirrido agudo las veletas de hierro de las torres. Apenas los oficiales dieron vista á la plaza en que se hallaba situado el alojamiento de su nuevo amigo, este, que les aguardaba impaciente, salió á encontrarles; y después de cambiar algunas palabras á media voz, todos penetraron juntos en la iglesia, en cuyo lóbrego recinto la escasa claridad de una linterna luchaba trabajosamente con las obscuras y espesísimas sombras. --¡Por quien soy! exclamo uno de los convidados tendiendo a su alrededor la vista, que el local es de los menos aproposito del mundo para una fiesta. --Efectivamente, dijo otro; nos traes á conocer á una dama, y apenas si con mucha dificultad se ven los dedos de la mano. --Y sobre todo, hace un frío, que no parece sino que estamos en la Siberia,[1] añadió un tercero arrebujándose en el capote. [Footnote 1: Siberia. A vast region in northern and central Asia, which forms part of the Russian empire, and which has by far the lowest winter temperatures of the known world.] --Calma, señores, calma, interrumpió el anfitrión; calma, que á todo. se proveerá. ¡Eh, muchacho! prosiguió dirigiéndose á uno de sus asistentes; busca por ahí un poco de leña, y enciéndenos una buena fogata en la capilla mayor. |
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