Legends, Tales and Poems by Gustavo Adolfo Becquer
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--¡Carne y hueso! ... ¡Miseria, podredumbre! ... exclamo el capitán. Yo he sentido en una orgía arder mis labios y mi cabeza; yo he sentido este fuego que corre por las venas hirviente como la lava de un volcán, cuyos vapores caliginosos turban y trastornan el cerebro y hacen ver visiones extrañas. Entonces el beso de esas mujeres materiales me quemaba como un hierro candente, y las apartaba de mí con disgusto, con horror, hasta con asco; porque entonces, como ahora, necesitaba un soplo de 'brisa del mar para mi frente calurosa, beber hielo y besar nieve... nieve teñida de suave luz, nieve coloreada por un dorado rayo de sol... una mujer blanca, hermosa y fría, como esa mujer de piedra que parece incitarme con su fantástica hermosura, que parece que oscila al compás de la llama, y me provoca entreabriendo sus labios y ofréciendome un tesoro de amor.... ¡Oh!... sí... un beso... sólo un beso tuyo podrá calmar el ardor que me consume. --¡Capitán! exclamaron algunos de los oficiales al verle dirigirse hacia la estatua como fuera de sí, extraviada la vista y con pasos inseguros... ¿qué locura váis á hacer? ¡Basta de broma y dejad en paz á los muertos! El joven ni oyó siquiera las palabras de sus amigos, y tambaleando y como pudo llegó á la tumba y aproximbe á la estatua; pero al tenderle los brazos resonó un grito de horror en el templo. Arrojando sangre por ojos, boca y nariz había caído desplomado y con la cara deshecha al pie del sepulcro. Los oficiales, mudos y espantados, ni se atrevían á dar un paso para prestarle socorro. |
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