Legends, Tales and Poems by Gustavo Adolfo Becquer
page 138 of 655 (21%)
page 138 of 655 (21%)
![]() | ![]() |
|
I Ella era hermosa, hermosa con esa hermosura que inspira el vértigo; hermosa con esa hermosura que no se parece en nada á la que soñamos en los ángeles, y que, sin embargo, es sobrenatural; hermosura diabólica, que tal vez presta el demonio á algunos seres para hacerlos sus instrumentos en la tierra. Él la amaba: la amaba con ese amor que no conoce freno ni límites; la amaba con ese amor en que se busca un goce y sólo se encuentran martirios; amor que se asemeja á la felicidad, y que, no obstante, parece infundir el cielo para la expiación de una culpa. Ella era caprichosa, caprichosa y extravagante, como todas las mujeres[1] del mundo. [Footnote 1: This cynical view of women is repeated in some of Becquer's verses, and may not unlikely have been caused by a bitter personal experience, as the love-story embodied in the poems seems to suggest.] Él, supersticioso, supersticioso y valiente, como todos los hombres de su época. Ella se llamaba María Antunez. Él Pedro Alfonso de Orellana. |
|