Legends, Tales and Poems by Gustavo Adolfo Becquer
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las tinieblas se disiparon.
--¡Ah! exclamó Lope al ver á su contrario entonces, y en otros días su mejor amigo, asombrado como él, y como él pálido é inmóvil; Dios no quiere permitir este combate, porque es una lucha fratricida; porque un combate entre nosotros ofende al cielo, ante el cual nos hemos jurado cien veces una amistad eterna. Y esto diciendo se arrojó en los brazos de Alonso, que le estrechó entre los suyos con una fuerza y una efusión indecibles. III Pasados algunos minutos, durante los cuales ambos jovenes se dieron toda clase de muestras de amistad y cariño, Alonso tomó la palabra, y con acento conmovido aún por la escena que acabamos de referir, exclamó, dirigiendose á su amigo: --Lope, yo se que amas á doña Inés; ignoro si tanto como yo, pero la amas. Puesto que un duelo entre nosotros es imposible, resolvámonos á encomendar nuestra suerte en sus manos. Vamos en su busca; que ella decida con libre albedrío cuál ha de ser el dichoso, cuál el infeliz. Su decisión será respetada por ambos, y el que no merezca sus favores mañana saldrá con el rey de Toledo, é irá á buscar el consuelo del olvido en la agitación de la guerra. --Pues tú lo quieres, sea; contestó Lope. |
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