Legends, Tales and Poems by Gustavo Adolfo Becquer
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en aquellos lugares y embriaga el espíritu en su inefable melancolía.
En las plateadas hojas de los álamos, en los huecos de las peñas, en las ondas del agua, parece que nos hablan los invisibles espíritus de la naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espíritu del hombre. Cuando al despuntar la mañana me veías tomar la ballesta y dirigirme al monte, no fué nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba á sentarme al borde de la fuente, á buscar en sus ondas ... no sé qué, ¡una locura! El día en que salté sobre ella con mi _Relámpago_[1] creí haber visto brillar en su fondo una cosa extraña ... muy extraña ... los ojos de una mujer. [Footnote 1: Relámpago. The name of his horse, mentioned p. 17.] Tal vez sería un rayo de sol que serpeó fugitive entre su espuma; tal vez una de esas flores que flotan entre las algas de su seno, y cuyos cálices parecen esmeraldas ... no sé: yo creí ver una mirada que se clavó en la mía; una mirada que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos. En su busca fuí un día y otro á aquel sitio: Por último, una tarde ... yo me creí juguete de un sueño ... pero no, es verdad, la[1] he hablado ya muchas veces, como te hablo á tí ahora ... una tarde encontré sentada en mi puesto, y vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer hermosa sobre toda ponderación. Sus cabellos eran como el oro; sus pestañas brillaban como hilos de luz, y entre las pestañas volteaban inquietas unas pupilas que yo había visto... sí; porque los ojos de |
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